El desierto de Zagora se encuentra a unos 350 km de distancia de Marrakech. La gran diferencia con el otro gran desierto de Marruecos, el Erg Chebbi en Merzouga, es que Zagora es mucho más árido y rocoso, y no posee grandes dunas. No por ello su salvaje encanto es menor. Durante el recorrido atravesaremos las cumbres del Atlas por el puerto de montaña Tichka, recorriendo sus sinuosas carreteras hasta llegar a Ouarzazate, que nos recibe con su impresionante Kasbah Taourirt.

Antes de continuar rumbo a Zagora, vamos a hacer una parada de lo más interesante, la visita a Aït Ben Haddou. A las puertas del desierto, el impresionante Ksar de Aït Ben Haddou eleva sus casas de adobe por las faldas de un risco, conformando una de las estampas más hermosas y que, sin duda, os van a transportar en el tiempo.

Este conjunto de fortificaciones bereberes representa una verdadera joya de la arquitectura del sur de Marruecos. La fotogénica belleza de esta fortaleza ha sido el plató perfecto para grandes producciones de cine. Adentrarse en este fuerte es perder por un instante la orientación. Las callejuelas y los pasadizos de este laberinto urbano se cuelan entre casas con varios siglos de historia que siguen resistiendo el paso de los años.

Continuamos por el Valle del Draa, el palmeral más grande de África, en un recorrido repleto de oasis y palmeras, aproximándonos a Zagora. Desde lo alto de la carretera se puede apreciar la inmensidad verde que se extiende a lo lejos. En Zagora, los guías bereberes os esperan para dar comienzo al paseo en dromedarioscamino del campamento, ubicado en un mágico entorno, rodeados de árida belleza.

De regreso a Marrakech nos aguardan más sorpresas: la visita a Tamegroute, el «pueblo de la cerámica verde», y la visita a la kasbah Telouet, escondida entre las majestuosas montañas del Atlas. Esta kasbah fue la residencia familiar del Pachá El Glaoui, el último “Señor del Atlas”.
Una excursión de lo más interesante donde el contraste de paisajes se mezcla con el exotismo del desierto y la historia que destilan las centenarias kasbah.