Ruta destinada a aquellos que desean combinar el encanto de Marrakech con la belleza de la costa Atlántica. Tras una completa visita a la ciudad roja, toca relajarse en la hermosa Essaouira de playas infinitas. Esta ciudad fortificada, bañada por el mar, se ha convertido en uno de los lugares más fascinantes de la costa Atlántica marroquí. Situada a unos 200 km de Marrakech, también se la conoce por su antigua denominación portuguesa de Mogador.

La cultura de esta ciudad es rica en antiguas tradiciones y las influencias de árabes, bereberes y judíos, han tenido una gran importancia. Essaouira fue reconquistada en el siglo XVIII por Sidi Mohamed Ben Abadallah, que la reconstruye convirtiéndola en el principal puerto de Marruecos y donde se asentarían comunidades cristianas y judías.

Su medina o centro histórico, catalogado como Patrimonio de la Humanidad, está formado por anchas calles llenas de galerías que dan paso a talleres de artesanos, pequeñas tiendas de todo tipo, cafeterías y restaurantes. Su artesanía es rica y variada, testigo del intercambio cultural.

Otro gran atractivo de Essaouira es su inmensa playa, una larga franja de arena fina y blanca de unos 10 kilómetros de longitud. Gracias a los vientos alisios que la golpean, Essaouira se ha convertido en lugar de culto de multitud de windsurfistas.

Además de sus muchos tesoros, como el aceite de argán, la pesca es un sector de mucha actividad gracias a su puerto pesquero, situado en el corazón de la ciudad, donde se encuentran sus astilleros artesanales, únicos en el mundo. Considerada un lugar balneario excepcional, vuestra estancia en Essaouira será un relajante viaje al pasado con un toque algo bohemio.

Podéis pasear por su bonita medina medieval y su puerto, y degustar su exquisita gastronomía a base de pescados y mariscos. Una escapada llena de color y sabor.